sábado, 3 de octubre de 2015
No te puedo cubrir eternamente. No puedo crearte una burbuja alrededor que te proteja del dolor del mundo, porque eso también es parte de la vida, y no soy quien para privarte de ello. No puedo aunque quiera. Aunque esté dispuesta a que me rompan a mi en pedacitos antes de tocarte. Al igual que no puedo decirte la pelea interior entre mis ángeles y mis demonios entre lo que está bien o mal. Cuando quiero anteponerte y actuar. Actuar por encima de mis actos para salvarte. Ni puedo decirte el esfuerzo que hago por salvarte de mi salvándote, porque la salvación es otro tipo de muerte en algún modo. Lo callo y me muero por dentro. Porque quiero que sepas lo que eres para mi sin tener que decirlo. Pero sin palabras es difícil oír.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¡Hola!
ResponderEliminarNo sé si esto te va a llegar de alguna manera, pero llevo desde que he despertado buscándote debido a un impulso oniromántico. Espero que estés bien si sigues en Valencia.
Soy Pedro, el Bardo de la Noche, Sartor, no recuerdo muy bien cuál es el nombre por el que nos conocimos pero recuerdo perfectamente que esta extrañeza tiene precedentes. Ya pasó bastante tiempo que no habláramos y te saludé por algo, no recuerdo, y me dijiste que tú nunca olvidabas a nadie.
He podido encontrar tu perfil de blogger y este es el que tiene la entrada más reciente, ya que el tiempo ha afectado a cualquier red social y, me imagino, teléfono (tengo una "Eli" guardada en contactos pero no me atrevo a decir nada a un contacto sin imagen sin más).
No sé por qué, pero he soñado contigo. De forma completamente aleatoria y extraña, yo estaba en un local en Bagdad y de repente me llegaban dos tíos con un paquete diciendo que "recuerdos de sugus prukogi"... y en el paquete había una barra de pan bañada en chocolate. Me pongo a perseguirles y, no sé muy bien cómo, acabo en la sede de una multinacional con mucha gente sentada en una mesa semicircular y tú en el medio. En cuanto me siento, me miras con las manos cruzadas entre la nariz y los labios, sonríes y me despierto con un impulso tremendo por decirte algo y una preocupación gigantesca sabiendo lo que ha pasado en Valencia.
Y nada. Si nunca lees esto, el tiempo habrá ganado la partida que nuestro silencio le ha puesto fácil.
De verdad, espero que estés bien.
Por si acaso, pensando cuerdamente después de la intensidad del despertar, en twitter soy @Verunor.
ResponderEliminar