domingo, 26 de julio de 2015

Pesadillas nocturnas

Lo recuerdo tan bien que solo de hacerlo tiemblo por dentro.

Lo peor eran las noches.
Por el día te enchufabas a lo que podías. Salías a la calle y te ponías los cascos con la música bien alta para no escucharte ni a ti misma. Llegabas a casa y te ponías en el ordenador, el móvil, la tele o cualquier cosa que te distrajera lo más mínimo. Daba igual si te metías mierda en la cabeza con tal de tenerla ocupada. Pero por las noches no había nada que hacer.
Apurabas hasta el último momento de distracción con la esperanza de caer dormida antes de que tu mente decidiera pararse a pensar, pero no podías. Intentas conciliar el sueño lo más rápido posible cuando acecha esa horrible lluvia de pensamientos y reflexiones que no hacen más que desvelarte y recordarte todas las calamidades que has intentado mantener alejadas de tu mente durante el resto del día. Y a veces, lo peor eran los sueños, porque ni siquiera de las pesadillas querías escapar, ya que en cuanto abrías los ojos te dabas cuenta de que tu vida seguía siendo la misma mierda que cuando los cerraste. Y que otro día más tenías que lidiar con ello.

Ha pasado tiempo desde entonces, y han cambiado las tornas. Del miedo de sentir que no saldría de ese agujero creo que he pasado al miedo a volver a caer en él.

Ojalá llegue pronto el día en que me vaya a dormir deseando despertar al día siguiente en lugar de no volver a hacerlo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario