martes, 1 de abril de 2014

¿Amigos? Solo unos pocos...

A veces te equivocas con las personas. Te abres a ellas pensando que valen la pena, que son dignas de tu confianza y te acaban demostrando lo contrario. Supongo que por eso suelo ser tan desconfiada, pero hay días en los que tengo esperanza en la raza humana y quiero creer que aún hay buenas personas y mi ilusión me ciega y no me permite ver el mal que hay en su interior en realidad. Las decepciones como estas nos vuelven desconfiados, y hacen que nos cerremos, no siendo conscientes de que quizás algún día nos topemos con alguien que valga la pena y no seamos capaces de verlo y abrirnos debido a las malas experiencias, y al final, por culpa de personas que no merecen la pena, podemos acabar perdiendo a muchas otras que si lo hacen.
En ocasiones me culpo a mi misma por sus errores, por confiar demasiado, entregarme tanto a la gente y posar mis esperanzas en alguien que no las merece solo por el absurdo deseo de querer creer que, en esa ocasión, he acertado a la hora de escoger a ciertas personas para que formen parte de mi vida. Pero lo siento, esta vez quienes me habéis fallado no os merecéis ni mi odio. Os acababa de dar la oportunidad de entrar en mi vida y apenas habéis esperado para decepcionarme. No merecéis segundas oportunidades siquiera (a no ser que se demuestre lo contrario…) No siento pena por perderos, sino que estoy agradecida de haberlo descubierto antes de que nuestra relación fuera mayor. Es más, espero que seáis vosotros / as quienes os arrepintáis, puesto que mis sentimientos hacia vosotros/as y hacia todos, siempre han sido puros y nunca ha habido maldad en mis actos. Espero que en vuestras vidas os topéis no más que con seres de almas corrompidas para que maldigáis el día en que rechazasteis a quien intentó ser puro de corazón.

La vida es demasiado corta como para prestarle más atención de la debida a ciertas personas. Alguien que no te respeta, alguien que te decepciona, no merece ni tu odio siquiera. Quizás no todos merezcan segundas oportunidades. Quienes se mueven con la única intención de hacer daño, por ejemplo. En cambio, las personas que en algún momento de tu vida fueron capaz de despertar algún sentimiento puro en ti merecen, sino una segunda oportunidad, si tu atención para poder explicarse al menos.

Nunca es tarde para darte cuenta de ciertas cosas en la vida y cambiar. Puede que ya no me sea tan fácil confiar en alguien, pero eso no quiere decir que me vaya a cerrar a la gente que me puede llegar a querer solo porque quienes no quisieron ni supieron hacerlo me hicieran daño. Voy a abrirme al mundo y a sus gentes. Conoceré a quien pueda, querré a quien quiera, y confiaré en quien se gane mi confianza.


A veces pierdo la fe en la humanidad, pero entonces recuerdo a esas pocas personas puras que aún queda, las que hacen de este un mundo grande, y me doy cuenta de que aún vale la pena seguir buscándolas, que por difícil que resulte, en esta vida hay retos que merecen la pena, que el dolor nos aporta experiencias, buenas o malas, de las que debemos aprender, que no podemos detenernos, que la mejor forma de solucionar y olvidar los problemas es afrontarlos, y la de acabar con la gente que nos hace daño es siendo feliz, y lo que ayer nos hizo sufrir hoy nos volverá fuertes, porque las malas experiencias están para aprender de ellas y usarlas a nuestro favor para crecer como personas.

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